lunes, enero 16, 2006

Divulgación urbanística

En demasiadas ocasiones se oyen voces que protestan por la lentitud de las obras que se proyectan en Córdoba. La plebe, siempre inquieta, se aburre del pan y circo y pretende que los edificios que harán de esta ciudad de la Tres Inculturas un modelo para el siglo XXI estén listos en un santiamén. Todo eso lleva un proceso que equivale al refrán “vísteme despacio que tengo prisa”. Los cimientos del futuro hay que hacerlos de una manera consecuente y profesional. Esa aparente lentitud tan sólo significa que se están haciendo las cosas bien, de forma progresiva y, en sintonía con otro tópico, sin pausa pero sin prisa. Comprendemos que algunos términos de la burocracia puedan escapárseles al populacho cordobés, semi-analfabeto en su mayoría e incapaz de entender que el tiempo se manifiesta de diversas formas y que, por ejemplo, la cronología de las eras ha de medirse con parámetros diferentes al día a día. Por ello, y dentro de los principios pedagógicos que sostienen El Perol Sideral desde su nacimiento, hemos tratado en el siguiente artículo de hacer divulgación urbanística, explicando de forma clara y concisa cómo se desarrolla un gran proyecto, para lo que hemos escogido al Palacio del Sur, que es muy bonito. Así esperamos que el pueblo llano, estulto y lleno de prejuicios, aprenda por fin los rudimentos del proceso de construcción de una urbe moderna.

El Palacio del Sur es un edificio que se dedicará a los congresos y a la hostelería al otro lado del Guadalquivir, allí donde el río pierde su nombre. Una vez el Ayuntamiento decide hacer tal edificio, pone en marcha un concurso. A dicho concurso se presentan los arquitectos que quieren hacerlo previo pago, por lo que confeccionan una serie de planos y maquetas. Por otra parte están los terrenos donde se ubicará, que requieren de un informe técnico y de una licitación para el concurso de la empresa que hará el edificio según un pliego de condiciones. Arquitectos y promotoras, como aceite y agua, están en el mismo vaso pero no se juntan, y los informes –al principio no vinculantes- van cada uno por su lado.

Una vez presentadas las maquetas, y mediante el sistema de jurado, se escoge al proyecto ganador, en este caso el de un holandés llamado Rem Koolhas. El proyecto ganador no tiene que ajustarse a lo que se hará, ya que el autor puede modificarlo hasta hacer lo contrario que presentó, acción que se conoce como creatividad. Por otra parte, la promotora a estas alturas ya está escogida y licitada, por lo que puede pasar por la pre-aprobación del estudio-detalle.

En este momento del proceso, el arquitecto está en su casa. El estudio-detalle desemboca, si todos los detalles están como debieren y no hay un informe –ya sí vinculante- que lo impida, en una aprobación provisional de acuerdo al PERI y al PAU, que siempre están ajustados al PGOU salvo que éste no tenga una innovación, ya que en ese caso la vinculación obedecería a una decisión de la junta rectora extraordinaria.

El concepto de IVA se sigue desarrollando de la manera habitual, con alegaciones de la junta rectora ordinaria. Si el informe es satisfactorio se presenta a la comisión técnica, que debe certificar su autenticidad a través de una vinculación directa que haya sido primero pre-aprobada y luego corroborada por la junta motora. A la vez, el proyecto ganador se coadyuva, por lo que también se licita en el PERI, aunque no en el PAU. La implementación y proactivación en el PAU se realiza según un pliego de informes que vinculan a ambos a través de una cesión de suelo. Tras esta cesión, la junta de gobierno coadyuva todo. Este quizá sea el momento más delicado.

Posteriormente el arquitecto también cede terreno, previamente aprobado, que tiene que estar vetado por un jurado técnico, cuyas decisiones no son vinculantes. Cedido ya, se pasa al estudio a dos niveles con retranqueo, siempre en el mismo tramo. Llega a continuación el texto refundido, que resulta del anterior informe, quedando todo listo para su paso por la junta voladora y la sociedad de naciones.

En ese momento están todos: el arquitecto, el PAU, el Chuli, el Cabra, el PERI, la promotora, las diversas secciones para los planes especiales y los técnicos de licitación vinculante. A mano alzada realizan otro estudio-detalle y una cesión de suelo definitiva con el objetivo de desatrancar el retranqueo, que pasa de coadyuvar a proactivar, y no implementa porque no quiere. Finalmente, y tras su paso por la junta plenaria, compuesta por los comisionados de los partidos y un prefecto, se nombra a los compromisarios de cuya decisión depende el dar luz verde al proyecto. Tras la reunión de los compromisarios con el superintendente temporal y el mariscal de campo in pectore sale el informe definitivo, totalmente ad hoc, alea jacta est y cedido, así como la primera piedra, que viene en el mismo paquete de medidas.

Todos estos pasos son necesarios para evitar los estorbos administrativos y fomentar la transparencia, excelencia y celeridad en los proyectos. Con esta explicación confiamos en que las clases menos ilustradas de la ciudad comprendan cómo se gesta la renovación de Córdoba y por qué no se pueden hacer las cosas deprisa y corriendo.