sábado, enero 16, 2010

El compromiso moral

En las ciudades descritas por Dickens, niños harapientos y con churretes rodeaban desesperados a los burgueses y aristócratas para pedirles dinero. En Córdoba, ciudad de Dickens al revés, un cuarenta por ciento de trabajadores funcionarios rodean amorosamente a los numerosos parados para sostenerles, los arropan y les ponen una cebolla debajo de la cama para que no tosan y de paso se espanten los gremlins. Pero este sistema con un gran desempleo y tantas personas dependientes de la administración no resulta sostenible.

Por este motivo se agradece que la oposición del Ayuntamiento, que recae en el PP, siga manteniendo la misma responsabilidad que comentábamos aquí hace un tiempo. Se nota un trabajo para conocer los resortes de esta urbe y un notable esfuerzo para, si es necesario, llegar al sacrificio.

Debido al cambio de reglamento de hace unos meses, cuatro concejales del PP que no tienen labores de gestión pueden quedar sin sueldo. Este partido político está luchando para evitarlo. Como siempre sus rivales carecen de visión política a medio y largo plazo. Incluso a corto a veces. Acusan a los populares de velar en exclusiva por sus intereses, de egoísmo y de falta de escrúpulos. El poder, una vez más, parece una guerra de pedradas entre niños en pantalón corto.

Córdoba tiene muchos alcaldes. En primer lugar está la alcaldesa ad aeternum, Rosa Aguilar, siempre alcaldesa esté donde esté. En segundo lugar está el alcalde in extremis, Andrés Ocaña Rabadán. Luego viene el alcalde a caballo de cartón, Rafael Blanco. Por último tenemos al llamado alcalde moral, José Antonio Nieto, por ser el ganador moral de las elecciones. También hay seis o siete alcaldes accidentales, según en que puente o vacaciones estemos. Muchos dirigentes, pero uno sólo con dignidad.

En efecto, hablamos del alcalde moral, José Antonio Nieto. Su actitud en este asunto demuestra una vez más su compromiso. El apodo no es en vano. Su combate para que los cuatro concejales del PP sigan cobrando un sueldo del Ayuntamiento supone una labor de rara avis en la política española, donde el partidismo impide cualquier atisbo de ética.

Si estos concejales dejan de cobrar ese sueldo tendrían que trabajar. Córdoba está de sobra castigada por el paro como para poder soportar un poco más. Los ediles, por sus influencias, conseguirían puestos de trabajo fuera con rapidez, evitando que cuatro cordobeses anónimos obtuviesen esos puestos que ahora les esperan. Alguien puede decir que sólo son cuatro. Bien. Llenen un vaso de agua hasta el borde y empiecen lentamente a echar monedas. Con cuidado. Llega un momento en que una de esas monedas hace rebosar el agua. Nieto sabe que estos cuatro concejales podría hacer rebosar el desastre económico de la ciudad y por eso pretende, de forma no diremos heroica pero sí muy valiente, mantenerlos en nómina, a pesar de ellos mismos y de sus reticencias.

Una vez más sopla el viento de la esperanza en esta ciudad, y el posible relevo en las próximas elecciones demuestra ya desde la oposición que sin duda supondrá un giro de 360 grados con respecto a las políticas actuales. Una vuelta de tuerca que queda en el mismo lugar pero más apretá, dejando las cosas en su sitio, estabilizadas, en equilibrio.