Diario del alcalde Andrés Ocaña Rabadán (y XIV)
Querido diario:
Soy el alcalde. Deambulo en la posición de saludo japonés por toda
Córdoba se ha dividido en distritos dominados por pandillas culturales que se repelen pero se respetan. Hay fronteras invisibles. Allí donde se encuentran los gestores culturales no pueden pasar las poetisas feministas lesbianas. En un lugar los pinchadiscos con ínfulas, al otro los cocineros-artistas. El centro es una amalgama de pintores y escultores que ni pintan ni esculpen. Escritores sin obra domina el Brillante, los performances Santa Rosa y Valdeolleros. Fátima y la Fuensanta quedan para comisarios de exposición y redactores de catálogos. Los fotógrafos, que reivindican el uso de las opciones automáticas de la cámara y el realizar sus fotos con el tapón puesto como reflejo de la inercia y la oscuridad de la vida, se desperdigan por el río. Hay procesiones de cofradías por las barriadas periféricas. Los autores de manifiestos de izquierdas se han unido a los pregoneros de fiestas populares dando lugar al “manigón”, un nuevo género que mezcla ambas tendencias y se puede usar tanto para para dar la bienvenida al carnaval como para defender la necesidad de que se aplique
Me introduzco en zonas dedicadas a tendencias más modernas y vanguardistas. Una está dedicada a la inteligencia artificial. Artistas rumanos que antes vivían en poblados de chabolas intentan crear robots con ingentes cables de cobre que no sé de dónde habrán sacado. Madres rumanas con una teta fuera y robotitos-bebé piden una ayuda. Otra zona está dedicada a la reivindicación de
THE END